lunes, 6 de diciembre de 2010

REFLEXIÓN FRENTE A DESCALIFICACIÓN, por José Martín

REFLEXIÓN FRENTE A DESCALIFICACIÓN

En tiempos de zozobra, de adaptación a cambios veloces, la necesaria flexibilidad de la acción política ha de venir acompañada de la reordenación de los marcos teóricos y de la puesta en práctica de nuevos modos de relación en el conjunto de la sociedad. A estas alturas, resulta innegable el poder del mercado financiero globalizado. La rapidez con que circula la información, la facilidad con que esta se plasma o se crea, nos ha llevado a un escenario convulso que puede forzar la adopción de medidas nacionales o internacionales, aun en contra de la voluntad de los gobernantes. Queda claro, con ese panorama, que los cimientos del actual sistema democrático occidental, tal como lo conocemos, están siendo socavados. Urge una respuesta.

Llamamientos a la construcción de un nuevo discurso de la izquierda (o progresista si se quiere) se producen por doquier, menos abundantes son las propuestas concretas como contestación a la necesidad planteada. Con seguridad la dificultad para determinar un armazón ideológico estable existe, si bien hay principios que permanecen o incluso adquieren un valor renovado. A la espera de planteamientos originales y sólidos, vale anclarse en aquellos. Uno, en particular, me interesa destacar por su valor como herramienta y, al tiempo, como parte de la solución. Me refiero a la capacidad de diálogo argumentado entre las distintas fuerzas sociales y políticas (la reflexión), desde la lealtad mutua, la necesaria sinceridad y la capacidad de sacrificio de determinadas tácticas, incluso estrategias, en favor del consenso. No es fácil. He podido comprobarlo personalmente. Pese a ello, creo que sigue siendo imprescindible. Frente a la descalificación sin más, sencilla de absorber por una parte de la ciudadanía que no quiere complicaciones, no quiere razonamientos, sino slogans, consignas que no requieran demasiado esfuerzo para su constatación como reales, pero ofrecen, a cambio, certezas facilonas, frente a todo eso, creo, debe prevalecer, por el bien del conjunto de nuestra sociedad, una posición seria, basada en el debate calmado pero rotundo, que, desde la participación, o sea, desde la complicidad, trace rumbos de esperanza realista al cojunto de nuestra gente. Creo que hoy es un deber ineludible de quienes se quieren responsables, insisto, responsables políticos. Lo demás es obra de trileros. Puede que efectiva, pero falsa. Inútil, si no contraproducente, a la larga.

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