viernes, 19 de noviembre de 2010

Las Ironías de la vida, por José Martín

LAS IRONÍAS DE LA VIDA

Durante años, la política laboral en el Ayuntamiento de Aljaraque se caracterizó por la arbitrariedad al contratar (sin procedimiento público, con una simple orden escrita del alcalde Orta o de sus concejales, Toscano entre ellos) y la ausencia de libertad de expresión y acción para quienes no comulgaran con los planteamientos del equipo de gobierno del PP. Puede que alguna gente no se acuerde, pero había miedo en muchos trabajadores y trabajadoras a hablar, incluso a título personal tan solo, con los concejales y concejalas de la oposición. Podríamos poner muchos ejemplos de esa utilización espúrea del empleo para premiar a su gente, colocar a familiares, o forzar voluntades a la hora de ejercer el derecho libre al voto, pero con seguridad no es necesario.


Una de nuestras prioridades al acceder a la responsabilidad de gobierno municipal fue regular los modos de contratación y tratar de poner orden en la estructura de la plantilla. Dos fueron entonces las lineas directrices. Una, crear un modelo (bolsa de trabajo), con igualdad de derechos, convocatoria pública, baremación y seguimiento abiertos al control ciudadano. Dos, ir paulatinamente convirtiendo en indefinidos a quienes, por fraude de ley, al concatenar contratos temporales seguidos, habrían adquirido esa condición.


Cierto es que la coyuntura económica no ha sido la mejor ayuda. Los informes que advertían al equipo anterior del Partido Popular sobre los riesgos de generar gastos estructurales (los que permanecen en el tiempo) con ingresos coyunturales (ahora los hay, luego ya no) se desmostraron certeros. La crisis de la construcción, principal o, más bien, casi única fuente de ingresos del Ayuntamiento provocó un descenso casi hasta cero de esas entradas de dinero. Pero la plantilla (rondando siempre las quinientas personas) estaba ahí, no era culpable de la situación y no podía cargarse sobre ella la falta de previsión (por ser suaves) que habían tenido los anteriores gobernantes.


En todo este tiempo, responder a la obligación del pago de nóminas al personal municipal ha sido, para nosotros, mes a mes, la principal de nuestras ocupaciones. Ni un solo día ha transcurrido sin que mi gente, yo mismo, no hayamos empeñado todo nuestro esfuerzo y conocimiento en hacer frente a ese deber. Y no siempre ha sido fácil, aunque la verdad es que, hasta este momento, hemos cumplido.


En medio de estas circunstancias tan difíciles para los Ayuntamientos, y para el nuestro en particular, lo que se necesita es la complicidad de todos para atravesar estos momentos delicados, sabiendo que después hay luz al final del tunel, luz que estamos trabajando también y que empieza a mostrarse, cada vez, con más fuerza. Esa complicidad la hemos pedido y hay quienes han respondido con lealtad. Para ser justos, la inmensa mayoría, abrumadora mayoría de nuestros trabajadores y trabajadoras. Pero no todos, no todas. Hay quienes, amparados en unas determinadas siglas sindicales (dejo aparte a la organización en cuestión, habida cuenta de que no tengo indicios de lo contrario), pretenden hacer oposición política con el disfraz sindical. Y lo cierto es que el disfraz les queda muy mal. Tal vez habría que decir aquello de que "aunque la mona se vista de seda...". Gente que jamás se preocupó del bienestar de los trabajadores y trabajadoras, de defender sus derechos, se permiten ahora aparecer como adalides de eso mismo que nunca les importó. Como digo es un disfraz para intentar con él puesto desgastar políticamente al equipo de gobierno y a mí personalmente. El problema es que estas tácticas tan evidentes se vuelven contra quienes las ponen en práctica. No en balde se les ve el plumero. Y la gente no es tonta, antes al contrario, termina poniendo a cada uno en su sitio.

7 comentarios:

  1. Articulo de Joaquín Leguina Herrán, creo que es. interesante para que lo lea PP Martin.


    Un buen día del año 2006, y siendo yo diputado por Madrid se me acercó en la Carrera de San Jerónimo un muy conocido diputado del PP y, tomándome por el brazo, me dijo al oído:
    -Mira, Joaquín, entre nosotros no debe haber equívocos: los Presidentes españoles se vuelven todos locos. Por ejemplo, el nuestro (Aznar) enloqueció durante su segunda legislatura, pero es que el vuestro (Zapatero) ya venía loco.

    Callé entonces, ateniéndome a una prudencia impropia de mi condición, pero ahora estoy convencido de que por la boca de aquel diputado hablaba la verdad. En efecto, el virus de La Moncloa debe ser muy contagioso, aunque la cosa no es nueva ni exclusivamente española. Lo advirtió hace ya mucho tiempo lord Acton: “No puedo aceptar que hayamos de juzgar al Rey o al Papa suponiendo que nunca actúan contra la razón. Si hay que suponer algo, habrá de ser todo lo contrario”. También Bertrand Rosse aseguró en su día que “en el ejercicio del poder es necesaria la humildad. Sin ese freno, pronto aparece un tipo de locura: la embriaguez de poder”.
    Más cerca de nosotros en el tiempo, la historiadora Barbara Tuchman ha sido aún más contundente: “El poder genera locura. Es más, a menudo el poder impide pensar. Conforme pasa el tiempo –añadía- la conciencia de la responsabilidad se desvanece en la cabeza de los poderosos”.
    David Owen, médico de profesión, que fue Ministro de Exteriores del Gobierno laborista británico (1977-1979) nos ilustra ahora de estos y otros síndromes (“En el poder y en la enfermedad”). Habla, por ejemplo, del síndrome de hybris, que consiste en evaluar una situación a través de ideas fijas, preconcebidas y rechazando toda evidencia contraria a esos prejuicios. Una característica de la hybris –añade Owen- es la incapacidad para cambiar de dirección, porque ello sería reconocer que se ha cometido un error.
    Ya los romanos –oliéndose algo de esto- hacían acompañar a los milites gloriosus de una especie de Pepito Grillo que -mientras desfilaban cubiertos de laureles por el Foro- les repetía al oído: “Recuerda que eres mortal”. Pues eso.

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  2. Con cariño para PP Martin, este articulo de Joaquin Leguina Herran, primer presidente de la Comunidad de Madrid, socilalista, (no confundir con sociolisto.

    Un buen día del año 2006, y siendo yo diputado por Madrid se me acercó en la Carrera de San Jerónimo un muy conocido diputado del PP y, tomándome por el brazo, me dijo al oído:
    -Mira, Joaquín, entre nosotros no debe haber equívocos: los Presidentes españoles se vuelven todos locos. Por ejemplo, el nuestro (Aznar) enloqueció durante su segunda legislatura, pero es que el vuestro (Zapatero) ya venía loco.

    Advertia hace ya mucho tiempo lord Acton: “No puedo aceptar que hayamos de juzgar al Rey o al Papa suponiendo que nunca actúan contra la razón. Si hay que suponer algo, habrá de ser todo lo contrario”. También Bertrand Rosse aseguró en su día que “en el ejercicio del poder es necesaria la humildad. Sin ese freno, pronto aparece un tipo de locura: la embriaguez de poder”.
    Más cerca de nosotros en el tiempo, la historiadora Barbara Tuchman ha sido aún más contundente: “El poder genera locura. Es más, a menudo el poder impide pensar. Conforme pasa el tiempo –añadía- la conciencia de la responsabilidad se desvanece en la cabeza de los poderosos”.
    David Owen, médico de profesión, que fue Ministro de Exteriores del Gobierno laborista británico (1977-1979) nos ilustra ahora de estos y otros síndromes (“En el poder y en la enfermedad”). Habla, por ejemplo, del síndrome de hybris, que consiste en evaluar una situación a través de ideas fijas, preconcebidas y rechazando toda evidencia contraria a esos prejuicios. Una característica de la hybris –añade Owen- es la incapacidad para cambiar de dirección, porque ello sería reconocer que se ha cometido un error.
    Ya los romanos –oliéndose algo de esto- hacían acompañar a los milites gloriosus de una especie de Pepito Grillo que -mientras desfilaban cubiertos de laureles por el Foro- les repetía al oído: “Recuerda que eres mortal”. Pues eso.

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  3. Desgraciadamente el sentimiento que ha propagado usted entre la plantilla de trabajadores es MIEDO, miedo a manifestar el mínimo desacuerdo o protesta para no ser represaliado, previamente informado por los "comisarios del PSOE" instalados por usted en cada área del ayuntamiento.

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  4. Por mucho que algunos trabajadores digan que son sólo trabajadores municipales, no se lo creen ni ellos, son politicos encubiertos que manejan, toman decisiones y se comportan como políticos. Pero eso si, no los ataques que se sienten heridos y es que por mucho que crean que lo ocultan se les ve el plumero que da gusto.
    ¿Se piensan que los ciudadanos y ciudadanas de Aljaraque somos tontos/as?

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  5. Sr. Martin, no critique, entre otras muchas cosas, el enchufismo del P.P durante los 12 años de legislatura, igual que lo hace el Sr. Rufo, que parece que para eso si que están de acuerdo y al fín estan de acuerdo en algo, pues vosotros (PSOE) lo estais haciendo igual o peor, pues estais enchufando a personal simpatizante al PSOE y en puestos de suculenta remuneración mensual y encima jactándose estos de la seguridad con la que iban a aprovar los exámenes y acceder a las plazas. Me reafirmo en la pregunta del anterior comentario y en la afirmación del miedo e incertidumbre que sienten los trabajadores
    ¿ se piensa que somos tontos? A ver como acaba esto

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  6. Sr. Martín ¿recuerda usted esa carta que entregó personalmente a todos y todas los trabajadores del Ayuntamiento de Aljaraque, promotiéndoles mejoras salariales, derechos sociales y no se cuantas promesas más? ¿dónde están? Sólo en derechos sociales usted debe muchisimo dinero a los trabajadores, además de la constante incertidumbre en el pago de nóminas y pagas exttras ¿y el nuevo convenio colectivo que benefiará a todos los empleados/as? Deje de engañar a la gente y de cometer continuas injusticias en nuestro Ayuntamiento.

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  7. Sr. Rivero a qué llama usted derecha sindical ¿a las reuniones continuas con representantes de CCOO, dando directrices de partido, que actualmente van en sus listas en las próximas elecciones municipales?

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